domingo, 29 de agosto de 2010

La Sibila de Madrid

Rescato e introduzco -para quién no la conozca- a esta olvidada escritora madrileña, saboteada y oscurizada durante largo tiempo por Crítica e Inquisición por ser pionera del movimiento moderno de liberación femenina junto a su contemporánea Juana de Asbaje Ramírez, -más conocida como Sor Juana Inés de la Cruz, barroca hasta la médula y autora de documentos en defensa de la liberación femenina, la igualdad de sexos y el derecho de la mujer a la cultura en el siglo XVII-.

María de Zayas y Sotomayor, la más importante autora española de Novela Cortesana del siglo de Oro, -junto con Mateo Alemán y Miguel de Cervantes-.

Esta alegre transgesora, -claramente autodidacta, ya que la educación que pudo recibir dada su ventajosa posición acomodada estaba limitada por su condición de mujer-, narra de forma directa y espontánea, -usando el extendido género novelístico inaugurado por Cervantes por su exitosa recepción, y obviando la artificiosidad de las modas culturales imperantes, facilitando asi la comprensión de sus avisos y enseñanzas-, con el fin de llegar a la mayor cantidad de mujeres posible para “revisar, destruir y reconstruir las imágenes de la mujer heredadas de la literatura masculina” y ofrecer un testimonio de su realidad como mujer, radicalmente diferente al dado por el hombre, eternamente empeñado en escribir sobre algo que menosprecia, somete y
desconoce.

Dado que los grandes de la época -Cervantes y Lope, por supuesto hombres- son grandes defensores del matrimonio –muy frecuente al final de sus obras- Lady Zayas se erige en defensa de la libertad individual, avisando de los peligros de hombres y matrimonio, y preparando a las mujeres para la nueva sociedad.
Lo lleva a cabo con su magistral obra "Los Desengaños Amorosos" publicada en 1649 -como segunda parte de sus Novelas Amorosas, ambas de un éxito abrumador, y posterior fuente de inspiración para los escritores románticos- con el claro objetivo de entretener a las mujeres, y sobre todo, aleccionarlas y prevenirlas contra el matrimonio.

La generación anterior a la suya se educó en el Humanismo, por supuesto cristiano, que consideraba, al menos, en algunos aspectos la igualdad hombre/mujer.
Con la Contrarreforma la sociedad española se reorganiza a todos los niveles durante el siglo XVII, y entre sus maravillas se establece que las mujeres deben ser educadas para dedicar su vida al servicio del matrimonio, -ejercitándose y gozando con ello-, cuyos deberes, convertidos en sacramentos tras el Concilio de Trento, consisten en SERVIR, HONRAR y OBEDECER.

El cuadro es serio, se educa a las mujeres desde crías para que asuman este rol de felices y orgullosas sirvientas totalmente ajenas a la “peligrosísima Cultura” convirtiéndose así en dependientes esclavas del endiosado macho dominante a lo Fray Luis de León, menos mal que esta mujer tuvo los ovarios de reaccionar ante semejante atrocidad misógina -que desgraciadamente sigue imperando aún en el siglo XXI- y trató de mostrar la realidad del asunto a la mayor cantidad posible de mujeres.

Para la Iglesia Católica las mujeres son las “hijas de Eva”, -lo cual equivale a madre del pecado, arma del diablo, expulsión del paraíso, mal necesario, calamidad deseada, peligro doméstico, detrimento deleitable...-, que, pecado y pecadoras deben ser dominadas y sometidas.
Recordemos que hay que continuar aplastando el Matriarcado a toda costa, ejerciendo cualquier clase de justificadísima violencia al gusto con el fin de someter y esclavizar a las falsas, deshonestas, infieles, ambiciosas, volubles, traicioneras y crueles culpables de todos los males del hombre, cuyo más provechoso fin sería el de vírgenes mártires...o la "menos severa" pureza sexual a lo Inmaculada Concepción –convertida en peligrosísimo Dogma de Fé en 1854-,
y por supuesto desvirtuando su pagana simbología, bien sustituyendo inductivamente las imágenes de Venus -erótica y poderosa diosa femenina del amor y la belleza- por las Mártires o Magdalenas penitentes, -léase la impura pecadora María Magdalena-, bien sustituyendolas por las Magdalenas, mujeres virtuosas, maternales y sacrificadas -rollo Murillo y Ribera,
y magistrálmente martiriologizadas por Zurbarán-, con el fin de exaltar la virtud.

Pureza, si, como virtud suprema, algo que inspiraba en la vida real y en el teatro de la época mayor violencia sexual de la habitual adscrita a la condición de mártir esclava sumisa de la mujer, claro ejémplo de la patriarcal educación en la violación justificada como un derecho -hasta hace dos dias-, o como puta parafilia, hacia la martirización del pecado y la culpa hecho carne en forma de mujer, -herencia tristemente normalizada y vigente aún en el siglo XXI que, como siempre, disfrazada de denuncia se reivindica hasta en las películas de sobremesa de la televisión pública.

Era necesario un discurso que se rebelara contra esta infamia y María de Zayas se encargó con sus Desengaños de reeducar, delatando la intención patriarcal de someter a las mujeres, de rebajarlas induciéndolas a creer en falsas vocaciones, condenándolas al encierro en el hogar y privándolas del conocimiento.

Como salida a toda esta purria propone la huida al convento, aparentemente refugio en la época -exento de vocación religiosa- que otorgaba la posibilidad de acceder a la educación –no sólo devocional-, al priorato (poder), la administración de hospitales (trabajo) o incluso para las más osadas la fundación de una orden religiosa, quién sabe si a lo Redentoras Humilladas...

Sus desengaños son narrados por mujeres no casadas, es decir, libres, como casos reales de virtud y maltrato; de martirio -relatados al modo de los libros medievales, como ejemplo para los pecadores y anticipo del Infierno, con los que se enseñaba a leer a las jóvenes en los siglos XVI y XVII-; de abusos; desprecios; infidelidades (en librarnos de ésto estamos)...
También encontramos entre sus protagonistas desviaciones sociales, es decir, mujeres independientes económicamente, dominantes, engañadoras, no engañadas...
agresivas, vengativas, activas sexuálmente, seductoras, no convencionales, vengadoras,
transgresoras que usurpan el papel masculino retratadas a lo Artemisia Gentileschi como valerosas, fuertes y orgullosas "amazonas".

Alienta a las mujeres a huir del matrimonio, -a sustituir la aguja de bordar por la pluma, y las más osadas...por la espada-, narrando historias de celos, pasiones, venganzas, crueldad, fantasía, erotismo, sexo en sus múltiples variantes, –incluidos maricas, bollos, prostitución masculina, fetichismo o S.M-, para dinamitar así la dependencia con respecto al hombre.
Su moraleja final no es moral, sino escarmiento.

Emilia Pardo Bazán, introductora del Naturalismo en nuestro insigne pais, consciente de la carencia de feminismo en España durante el siglo XIX, -en comparación con otros países europeos, por la falta de educación e inquietúd de la mujer española-, dedica numerosos ensayos a la lucha por los derechos sociales y civiles de la mujer -en la arcaica, católica y jerarquizada sociedad española de su época- y promueve la emancipación femenina como hiciera Zayas en su época. Conocedora del trabajo de Zayas y el proceso inquisitorial que la invisibilizó reivindicó su obra con el fin de rescatarla de las garras de la conspiranoia.

Texto extractado del prólogo de Cátedra a "Los Desengaños Amorosos" de María de Zayas by Julia Barella -la tía pelines-, mi profe de literatura en la Universidad de Alcalá...


Sibila- Personaje femenino proveniente de la tradición griega que posee poderes para la profecía inspirados por Apolo. Bien hija de de Neso y Dárdano –heroe mitológico griego hijo de Zeus y Electra, una de las Pléyades hija de Atlas, y fundador de Dardania, futura Troya –, dotada del don de la Profecía y afamada adivina cuyo nombre, Sibila, se convierte en genérico para todas las mujeres poseedoras de estos dones, bien hija de Zeus y Lamia -terrible seductora asustaniños antecedente de la vampiresa moderna-.
Oráculos pues provenientes de la tradición pagana hasta que la iglesia los cristianizó convirtiéndolos en atemorizadoras figuras auguradoras del apocalíptico fin del mundo y su juicio final y olé...


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